Hay un “ señorito “ maduro,
al que no se le ha conocido
duro trabajar, salvo breves y
llevaderos
servicios y ayudas laborales en el
negocio familiar.
Pero por el sudor de sus padres
devino en rico.
“ Vive como un rey “,
a gastos pagados, más
el obsequio frecuente de
de un abultado sobre.
El viejo patriarca corre
siempre con los gastos,
hasta pagar el importe
del diario pan.
El aprovechado vástago,
pretextando no llevar suelto,
le pide 5 euros para
comprarse un helado.
Que le acompañe también,
frecuentemente, a algún
establecimiento cercano
para hacer necesarias o caprichosas
compras, que el “ abuelo “ pagará.
Si no se ve, no se cree.
Es un caso raro y excepcional
en el ambiente en que uno se mueve.
La duda consiste en si el
continuado proceder relatado,
responde a tacañería, exprimir
la fruta, saciarse con el “ maná “,
o es una conjunción de causas,
confluyentes en el real caso
observado y descrito.
El anciano padre, que es avispado y
listo,
es consciente de la actitud del
hijo;
preguntándose que, a estas alturas,
qué va a hacer. Lo ha acostumbrado
mal, y tiene que “ tragar “.
El mucho dinero que al “ patriarca “
le queda, aunque merme, no se agotará.
En la partida final todo aquí se quedará,
y su larga
descendencia, si no se tuercen
la cosas, lo heredará.
Anticipos los ha hecho ya.
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