La escuela de la vida no otorga licenciaturas.
Enseña, a base de experiencias
vividas,
eludir las trampas y trabajar duro,
para labrarte un futuro.
No es deshonrosa la labor manual
y asistencial; pero hay avispados,
con currículos inventados, que “ sin
haber dado un palo al agua “,
compiten
y pelotean para en la política
entrar.
Las simples licenciaturas habilitan,
si se complementan con las estipuladas prácticas
posteriores, para ejercer el
desempeño
elegido y ser reconocido como
profesional.
No es lo mismo, por ejemplo, ser licenciado
en Derecho o en Medicina, que ser
abogado
o médico. Y no digamos cuando se
simula
una carrera universitaria, no culminada,
con
la fórmula imprecisa de “ estudios
de...”,
u obtener un cotizado doctorado mediante
plagio.
Con los calores estivales, la “ titulitis “ y
otras
mangancias veraniegas se utilizan como arma
arrojadiza.
¡ Váyanse, señoras y señores, de vacaciones
!
Abandonen el “ tú más “ del politiqueo
barato.
Páguense el descanso de su bolsillo. Al
regreso,
traigan la factura con el IVA
incluido.
Dejen de ser tan “ listillos “.
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