Hoy se cumplen los 75 años del Alzamiento Nacional que acabó en la denominada guerra civil española( 1936-1939). Para muchos historiadores solventes aquello fue inevitable. El desorden, asesinatos continuados, huelgas salvajes sin parar, la hambruna , la nefasta gestión de los políticos, la bolchevización, un cúmulo de despropósitos, agravios ,odios y desmanes hicieron ingobernable el país.
El escéptico puede acudir a las hemerotecas y si es medianamente sensato quedará estupefacto ante tanta barbarie y horror. El que ahora nos quieran vender lo contrario y reavivar odios, cuando todo estaba superado, es además de falacia una canallada.
Los que en ella intervinieron, con independencia del bando en el que lucharon, por convicción o porque les tocó según la zona en la que vivían, poco o nada contaron en el ámbito familiar tras su finalización y menos delante de los niños. Sufrieron en sus carnes o presenciaron lo que una guerra civil conlleva, tanto fuera en el frente o en la retaguardia, heroicidades y vilezas. Tan solo ansiaban el difícil olvido y el nunca más. Mujeres enlutadas poblaban el paisaje de cuyos labios solo salían ahogados suspiros de dolor.
El hecho histórico y los precedentes que lo desencadenaron, es pasado. En la transición a la democracia hubo voluntad de reconciliación y desde hace pocos años, especialmente desde que Zapatero alcanzó la presidencia del Gobierno, se está llevando a cabo por algunos hijos y nietos sectarios reabrir las heridas en contra de lo que deseaban sus ascendientes, lo cual, además de una traición a éstos, es inoculación de veneno para matar la concordia.
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