Cuando tantas cosas van tan mal, cuando la desesperanza persiste en el trascurrir de los días.
Cuando cada cual se aferra a lo suyo y a lo que posee aún en precario.
Cuando tantísimos nada tienen que perder pues vitales son sus carencias.
Cuando sobran traiciones a principios y valores que deberían ser tenidos por sagrados
Cuando los viles son enaltecidos, las victimas vejadas, la verdad prostituida y el mal anida en un nefasto Gobierno agonizante, vendido a periféricos nacionalistas y rendido ante la ETA terrorista.
Cuando recordamos que hace 14 años toda España estuvo en vilo, sobrecogida, indignada,levantada por el secuestro y asesinato del joven Miguel Ángel Blanco y un Gobierno serio y firme que no cedió al chantaje de los criminales.
Cuando millones, desde ancianos a niños, lloramos por aquella recreada crueldad que, cual sello de marca, quedó registrado en la verdadera historia como muestra tenebrosa de toda la trayectoria inhumana y homicida de ETA.
Cuando recordamos que, poco después, intereses bastardos cavaron la fosa para enterrar el “Espíritu de Ermua”.
Cuando la desesperanza persiste en el trascurrir de los días, a la espera que nuevos vientos desplacen el hedor que gobierna en España y su podredumbre amoral.
Cuando…, (¡hay tantos cuándos!)
¡Qué menos el permitirse un desahogo e implorar calor humano!, cuando solo se percibe soledad, tristeza, frialdad y vacío, al caminar por lo que fue España y hoy es páramo. Apelamos, al menos, al calor humano que brota de natural sonrisa, cálida acaricia, oído benevolente para escuchar los quejidos del alma, pañuelo blanco que limpie las lágrimas, palabras que reconforten y noble mano apretando la nuestra; reciprocidad en constante retroalimentación.
Ese es el calor humano que ansiamos en los momentos difíciles y no la “nada” gélida del aura o cuerpo astral que hemos percibido al ver y escuchar el vídeo musical, con imágenes de cámara digital, disponible en Youtube bajo la entrada “Sora Shima- Calor humano”, que se incluye. Creemos que es una novedosa y buena creación artística; pero no nos ha transmitido, dadas las circunstancias que asolan España, el calor humano buscado; más bien nos ha aproximado al silencio sepulcral, a un espectro fantasmal. Aunque es cierto que lo que transmite una obra artística depende, según el momento, del estado anímico del espectador y circunstancias.
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