miércoles, 12 de junio de 2013

LA ESPERANZA DE VIDA.

 

El promedio de esperanza de vida lo calculan sobre los 82 años y así, de bote pronto, nos han reducido a un mero cálculo estadístico privándonos de la especificidad individual que el tiempo y las circunstancias deparará a cada uno. Dicen que los expertos han aconsejado ligarla al cobro de las pensiones futuras, entre otros parámetros barajados, para que resulten proporcionales al tiempo cotizado en vida laboral y haya para todos en función a los años trabajados; pero no nos vamos a entrometer en esos enjundiosos terrenos reservados a los especialistas.

De momento, han puesto de relieve unos datos para los que no hace falta ir a Salamanca, es suficiente con leer las lápidas de los cementerios y mirar lo que ocurre: se muere más tarde, siguen habiendo más viudas que viudos, ha bajado la natalidad y las arcas están vacías. Pero han puesto a cavilar a muchos que han cruzado de sobras el ecuador de la vida: ¿ cuánto tiempo me queda si el ritmo no se tuerce antes ?. Hay quienes para afilar mejor la respuesta llevan una tabla comparativa en el que van anotando la edad en la que fallecen sus conocidos, las causas, los síntomas de las enfermedades que acabaron con ellos, los estilos y hábitos de vida que llevaron,...y, así, tratan de averiguar lo que les queda por delante.

Es decir, si ya se sabía que nos contabilizan como un simple número y nos agobian con problemas, ahora han metido de matute a los hipocondriacos y a muchos que antes no se preguntaban la cuestión o preferían ignorarla, una preocupación añadida- superior a cuál será su pensión, si tendrán acceso a ella o si seguirán cobrándola- que es lo que puede restar para irse al otro barrio. Y claro, lo que queda de lo que podría ser un apacible vivir, para muchos se ha convertido en un angustioso desespero por descifrar el jeroglífico.

Es por lo que a tales hay que llamarles a la calma. Será cuando tenga que ser, ni antes ni después; cuando Dios quiera, como suele decirse. Así pues, a seguir viviendo tranquilos y si es con la conciencia arregladita, que es lo que importa, mejor. Si encima, no faltase el pan ni nos lo quitasen, vistas como andan las cosas, sería para dar saltos de alegría y cantar siempre a la vida por achuchada que pueda estar.

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