Con la masacre en Gaza,
la turba de la extrema izquierda
“ pilló carnaza “.
Alentada por el Gobierno,
surcó los mares en la travesía
pro palestina, sabiendo lo que
le esperaba, siendo interceptada
y encarcelada, sin llegar
a su proyectado destino.
Expulsada de Israel, ha regresado
por aire a casa, contando el
mal trato recibido durante
el asalto al barco y en el presidio.
Hará bolos por los medios,
para relatar su aventura y
desdichas;
no va soltar la chicha que ha
picado.
El antes, el durante y el después
fueron debidamente programados,
con movilizaciones de afines y
desiguales incorporaciones.
La maniobra de " agitprop ", enarbolando
la bandera de la causa justa y
humanitaria
en favor de los gazatíes, no la desplegaron
ante la espeluznante barbarie de Hamás
en Israel el 7-10-1923, ni la
levantan
contra las causadas por el orbe
comunista.
Es consustancial con su ADN ideológico
y sectario la
doble vara de medir.
Lanzan sus redes para pescar en rio
revuelto
a la bienintencionada gente que, sin
sospecharlo,
desempeña el papel de “ tontos útiles
“.
Mientras en Egipto tienen lugar los
contactos
y conversaciones, para finalizar la
guerra
en Gaza e iniciar el camino tendente a la paz
palestino-israelí, la turba sigue mareando la perdiz.
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