Los que no desean contestar
a una pregunta concreta,
“ se van por los cerros de Úbeda “.
Por mucho que se les inquiera,
“ no entran al trapo “ de la
cuestión
que se les plantea.
No quieren verse empitonados
ni quedarse en calzones;
juegan al despiste para salir bien
librados del verbal embate.
Pero al final salen retratados
con sus vergüenzas al aire,
aunque el clac de los suyos
aplauda su huidiza labia.
Campantes y ufanos abandonan
el hemiciclo, como si hubieran
triunfado. Así lo han creído.
Volverán al estrado, siguiendo
con las mismas triquiñuelas:
“ saliendo por peteneras “,
si el asunto a dilucidar pone
entre las cuerdas al Gobierno
o a su bermejo partido.
De tales artimañas, hacen bandera.
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