Los topos son la pesadilla de donde se infiltran.
Salen a relucir, y no siempre, cuando se descubren.
“ Donde menos se piensa, salta la liebre
“.
Se acoplan al ambiente, no dan la nota
disonante;
y a veces, en alarde de fingimiento,
llevan la voz cantante.
No sería de extrañar, como se ha insinuado ,
que en la “ flotilla “ española de marras
o
en su organización en tierra, uno o más
hubiera,
fuera topo, topa o tope.
De ser así, la “ actuación teatral “ podría ser
puntual
o venir de largo; pero si es el segundo caso, ¡
cuidado !
Dicho está : “ Tanto va el cántaro a la
fuente
que al final se rompe “.
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