La banda de los cuatro,
montados en el Peugeot,
de largo trajinaban.
Viajaron por España,
para conseguir la aquiescencia
de sus conmilitones y votaran
a favor del más
apolíneo
de los rodantes viajeros,
encumbrándole a
lo alto
del socialista partido,
que después desfiguró.
Alcanzada esta ambición,
consiguió en mala hora
la presidencia de la Nación.
Con él, escalaron posiciones
los otros tres, metiéndose en
asuntos turbios, por los que
uno de ellos está en prisión,
siendo los otros dos
candidatos a entrar.
En este sórdido enredo
y sus ramificaciones,
que la Justicia trata de
aclarar, salen a relucir
remuneradas señoritas
de compañía, siendo notorio
que, al menos, uno de ellos
es dado a de sus encantos gozar.
El cuestionado presidente,
que hizo bandera contra la
corrupción,
ahora se llama andana, dice que
nada sabía de los manejos de sus
tres mosqueteros.
Se mire por donde se mire,
está rodeado por ella.
La que no quiere ver,
se la silban a la oreja.
Se va soltando el ovillo
de la madeja.
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