El enjuague “político” subyacente entre el Gobierno del PSOE y ETA viene siendo denunciado por distintas voces y medios desde hace tiempo; incluso desde estas modestas páginas hemos hecho más de una alusión al mismo; la última, en la entrada “El potaje: Troitiño, un ingrediente más”, publicada el día 23 del pasado mes de Abril, en donde se decía:
“…Los brazos subterráneos del poder son alargados y potentes, como lo son las raíces de los chopos. Pocos quedan a salvo de quedar atrapados por ellos y hay quienes se dejan acariciar para no acabar estrangulados “, “…Mucho se tiene que torcer la cosa para que el potaje, de larga elaboración, no sea servido a la mesa. A algunos les sabrá a gloria, a muchos más les entran náuseas con tan solo olerlo”.
Muy alargadas son las raíces que unen los subsuelos de Moncloa y Ferraz con el de Domenico Scarlatti (TC) y siempre hay quien gusta quedar embadurnado por acaricias de miel.
El potaje va camino del comedor donde esperan encapuchados y gente con “ansias infinitas de paz” para degustarlo. Ellos se lo guisaron y se lo comerán; que no nos inviten a lo que ha sido cocinado, a traición, sobre los ataúdes de los asesinados por ETA y desde la indiferencia y agravio a las víctimas del terrorismo y demás gente de bien. Postres habrán para saciar a los necrófagos.
No son insidias, como ha dicho Rubalcaba, el anticipar y denunciar lo que por lógica deducción se deduce de hechos concatenados. Lo que está sucediendo es de tal modo irreversible que ni siquiera ante un hipotético triunfo electoral del PP, éste podrá desandar lo andado caso que tuviera voluntad de hacerlo. De entrada, ante tanta evidencia, es de cajón preguntarse el porqué aún se mantiene el pacto PSOE-PP en el país vasco.
¡Qué más da si vuelve a gobernar el PNV!, nos impulsa a decir el intuido y ya confirmado desatino del TC. La traición se ha consumado, la Constitución ha sido retorcida y los tiempos de la decencia han pasado.
Algunos quisieran, que por desazón arrojáramos la toalla.No,queridos, no; hay vilezas que no se pueden olvidar, ni dejar de proclamar mientras quede un último aliento de voz. Vuestro pérfido retrato para la historia ya ha sido pintado
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