Cada uno sabe cómo está
y los achaques
sobrevenidos
en la provecta
edad, aunque
algunos tienen la salud de hierro
y no aparentan los años tenidos.
Al preguntar cómo te encuentras,
al verte despacio caminando,
la respuesta más usada es:
“ Aguantando, que no es poco,
vamos tirando “. Sigues paseando,
sentándote en el banco, que tienes
localizado, para descansar de vez en
cuando.
Rehúyes los corrillos de avanzada
edad,
que no paran de contar sus revisiones
médicas
y estados de salud, las peripecias
vividas en su juventud,
y lo mal que están ahora las cosas.
Se intercambian el “ parte diario “,
siendo una monotonía, si te detienes
a escucharlo.
Cuando alguien falta al rutinario
encuentro,
surge la pregunta: “ ¿ Qué le habrá pasado ?
”
Si no te incluyes en el grupo, al verte
pasar,
tras haber saludado, continúas con tus lentos
andares,
ajeno a lo que de uno vayan diciendo o
pensando.
El silencio es una forma de
desconectar
del ruido ambiental; se goza con la
serenidad,
que ayuda a reflexionar.
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