El Parlamento de Cataluña se reunió ayer y el Presidente de dicha Comunidad, Artur Mas, arrobado por la causa secesionista creyose, una vez más, ser el legendario rey Arturo el de la "Tabla Redonda", advirtiendo al Gobierno de la Nación que se abstuviera de controlar sus cuentas, tras haberle pedido el rescate económico el día anterior. Con hollywoodense rostro de pocos amigos, advirtió." ...yo lo aseguro porque no lo permitiré de ningún modo, es que alguien venga a mandar en la Generalitat siendo de fuera. Antes pasarán muchas otras cosas".
Desde la tribuna de invitados, un decrépito Jordi Pujol asistía a la representación satisfecho por la bravura de su delfín, cuya estatura y cabellera cuidada hubiera querido para sí en sus años mozos, lo que le fue imposible no por genética si no por la "opresión españolista". Al finalizar la bufonada teatral, pensaría Mas que gran parte de Cataluña y del resto de España se pondría a temblar por la velada amenaza de las cosas a pasar, cuando la mayoritaria reacción fue el recordatorio acusador del despilfarro y corrupción de la antaño laboriosa y emprendedora Cataluña que "los de fuera", esos que llaman despectivamente "charnegos", ayudaron a prosperar.
Aprovechó la ocasión para que el Parlamento aprobase el Pacto Fiscal, o sea recaudar en exclusiva los impuestos y, como estos nacionalistas son muy solidarios, las migajas sobrantes se encargarían de devolverlas superando las marrulleras cuentas del Gran Capitán. Si en el transcurso de la sesión hubiera tronado la voz de un revivido Tarradellas, encarnación del "seny" catalán, repitiendo "Ja soc aqui", la desbandada hubiera sido general.
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