La repatriación de cooperantes en los campamentos saharauis de Tinduf, levantados en territorio argelino, ( 12 españoles, 2 franceses y 1 italiano) por parte del Gobierno de España ante los indicios fundados que podían ser víctimas de secuestro, según nuestro Ministro de Asuntos Exteriores, por parte de bandas organizadas con conexiones terroristas que tienen sus bases en el norte de Mali, ha motivado que el Gobierno de la República Saharaui, el Frente Polisario y las ONG afectadas soliciten aclaraciones más concretas.
Motivos deben de haber, dado el evidente peligro en la zona para los occidentales . Reciente está la puesta en libertad de los dos cooperantes españoles y un italiano, tras nueve meses de cautiverio, sin que haya trascendido el precio pagado por la misma ni la presumible, prolongada y discreta actuación de nuestros servicios secretos, duchos en tales menesteres, en colaboración con otros.
Los motivos aducidos, como determinantes de la evacuación, parecen creíbles y cabe suponer que han habido contactos previos con Argelia y algún/os países africanos concernidos por la delincuencia terrorista procedente de la zona maliense del Sahel; sin descartar otros condicionantes vistos los intereses contrapuestos, por motivos diferentes, entre Marruecos, Argelia y la aspiración del pueblo saharaui a tener su propio territorio en el que ejercer su autodeterminación.
Si nos quedamos con la explicación más sencilla, cabría pensar que está saliendo demasiado caro para nuestras arcas públicas, consideraciones humanitarias aparte, los sucesivos pagos que se han tenido que efectuar, cediendo al chantaje de secuestradores; sea en África, ante piratas somalíes o en otros supuestos que no han trascendido. La primera vez que se cede sirve de acicate para que se intenten nuevos secuestros, los malos han descubierto dónde está el limón que se deja exprimir.
Tal vez sería más efectivo y rentable formar en nuestro país, en el caso a que nos referimos, a saharauis para que pueden ejercer la labor de nuestros cooperantes y proporcionarles medios y ayudas para que la lleven a cabo, con garantías de que no se "pierdan" por el camino. No obstante, es cierto que algunas especialidades médicas requieren años para dominarlas y a nadie se le puede obligar a que renuncie a cuidar de los más míseros; pero al menos que se les advierta de los riegos que corren y actúen en consecuencia.
Los misioneros y misioneras esparcidos por las zonas más inhóspitas y deprimidas del mundo conocen y asumen el riesgo de muerte y vejaciones que no son para relatar. Matanzas de cristianos se producen a diario por el simple hecho de serlo. A nadie le es exigible que lleve su personal sacrificio a tal extremo y los abnegados cooperantes merecen nuestra admiración y respeto, ya actúen por desprendida caridad o humanitaria solidaridad con los que nada tienen y tanto necesitan.
Creo que hay varios tipos de cooperantes:los sacrificados de verdad,que corren muchos riesgos;hay otros "snobs",que van unos días para presumir,y otros muchos que han tomado la cooperación como una forma de ganarse la vida.Los primeros son de admirar,pero los otros no tanto.Hay que preguntarse por qué no los defienden allí los gobiernos de los territorios en los que están ayudando.A veces suena raro
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