Aunque nunca llueve a gusto de todos, la gente puede asumir los sacrificios que las circunstancias impongan siempre que las cargas vayan precedidas por la ejemplaridad, que no es otra que empezar con el recorte " por arriba" y observar la ética exigible, lo que no está sucediendo como es bien sabido y con el alcance demandado por el sentir popular.
La sensación percibida es que el chalaneo político, al que no escapa ningún partido, no está por la labor, ya que todos, en mayor o menor grado, chupan del bote y tienen que tapar sus vergüenzas recurriendo al hoy por ti y mañana por mi. De ahí la baja estimación que revelan las encuestas del CIS. Sea o no cierto, es lo que con su actuar transmiten. De ahí que circulen por vías paralelas el tren del pueblo y el AVE de la dominada casta política, sin posibilidad de encuentro, salvo que un descarrilamiento produzca el fatal encontronazo, lo que no es deseable. Para evitar el accidente tienen que estar las vías en buen estado y extremar la precaución los maquinistas, especialmente los del convoy de alta velocidad.
El trayecto es de largo recorrido, bueno sería que ambos trenes llegasen felizmente a la estación de término acompasados en el común entendimiento y por ello suspiramos, alejando la tentación de arrojar la toalla y apearnos en la próxima estación.
Se nos puede achacar, con razón, de excesiva benevolencia por utópica ensoñación; pero hoy no nos pide el cuerpo el echar más leña al fuego.
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